martes, 9 de noviembre de 2010

Aguijón

2 Corintios 12

El aguijón en la carne
 1 Ciertamente no me conviene gloriarme; pero vendré a las visiones y a las revelaciones del Señor.
    2 Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo.
    3 Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe),
    4 que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar.
    5 De tal hombre me gloriaré; pero de mí mismo en nada me gloriaré, sino en mis debilidades.
    6 Sin embargo, si quisiera gloriarme, no sería insensato, porque diría la verdad; pero lo dejo, para que nadie piense de mí más de lo que en mí ve, u oye de mí.
    7 Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera;
    8 respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí.
    9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.
    10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
   

El apóstol Pablo tuvo una experiencia, la cual ni él mismo podía describir a ciencia cierta. Él menciona que conoce aun hombre (él mismo) que fue llevado al paraíso y escuchó allá cosas indescriptibles. Pablo no lo declara explícitamente pero algunos teólogos creen que este suceso ocurrió cuando fue apedreado por predicar a Cristo y muchos lo habían tomado como muerto. Pablo también menciona que Dios le dió un aguijón para no gloriarse por tales experiencias que tuvo y por el hecho de que Dios lo usara para llevar el evangelio a mucha gente.

El apóstol estaba siempre consciente que él era el primero de los pecadores y que su vida no hubiera tenido valor si no se hubiera encontrado con Jesús en el camino a Damasco, día en que Jesús le llamó a vivir para Él. Aún con todo esto, él sabía que el orgullo y la sobrerbia podían apoderarse de él. Por esta razón, le fue puesto un aguijón en la carne, él no menciona cuál es, pero sabía que le había sido puesto para evitar su vanagloria y siempre honrar y glorificar el nombre de Cristo.

Claro está que Pablo consideraba que ese aguijón le ayudaba en su vida espiritual, aún así le causaba dolor y le había pedido a Dios que se lo quitara por lo menos en tres ocasiones; él podía sentir su debilidad.
Por otra parte, el Señor conocía la situación de Pablo, sin embargo, sabía qué era lo mejor para él. Así que le dijo que confiara en Su gracia, pues sería suficiente. Dios le mostró que a través de su debilidad, Su poder se manifestaría.

Pablo entonces entendió que ese aguijón y las afrentas, necesidades, persecuciones, angustias y enfermedades, etc; habían sido mandadas por el Señor para manifestar Su grandeza y Su poder y que fuera Dios mismo el que recibiera la gloria y no Pablo. A través de estas situaciones, Pablo aprendió a gozarse en medio de cada tormenta por la que atravesaba. Al final de su vida, Pablo pudo decir, "porque cuando soy débil, entonces soy fuerte".

Al leer este pasaje me di cuenta que muchas situaciones difíciles en mi vida pueden ser como el aguijón en mi carne. Dios conoce mis necesidades y mis defectos, y en Su calendario ha escogido días o meses enteros para recordarme a través de ese aguijón que debo voltear al cielo y dejarme guiar por Él siempre, entendiendo que tiene planes perfectos para mi vida. Ahora sé que cuando ese aguijón es más doloroso es porque mi comunicación con Dios ha disminuído, porque necesito conocer mi imposibilidad de vivir sin Dios o porque debo recordar que Su poder y amor se manifiestan en mis debilidades.

Querido Dios, gracias por las pruebas, enfermedades y situaciones difíciles que has traído a mi vida y a la de mi familia. Perdóname porque no he actuado como si Tú tuvieras el control total de ellas y te pido que me ayudes a tener gozo en medio de cada situación. Mi Señor, que yo pueda decir como Pablo, "porque cuando soy débil, entonces soy fuerte".