sábado, 23 de julio de 2011

"...porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia..."

Hace un mes transitaba por una avenida con mi madre, una tía y sus pequeñas de 1 y 5 años. De pronto algo inesperado interrumpió nuestra agradable conversación; era el sonido de disparos dirigiéndose de un lado de la avenida al otro, justo por donde íbamos a pasar. Mi madre no podía cambiar de dirección porque involucraba quedarse un par de minutos en medio del fuego cruzado; así que decidió acelerar. Por la ventana pude ver al muchacho que disparaba a dos metros de distancia de nuestra camioneta. Hubo disparos antes y después de que la camioneta pasara en frente de este hombre.
Reconocemos que fue Dios quien nos protegió e hizo que el hombre no disparara, algo que este tipo de personas no hacen regularmente. ¡Dios tiene misericordia de sus hijos!  

Al siguiente sábado estando en la reunión de jóvenes, Wicho (uno de los jóvenes de ejemplo en esta reunión) nos compartía sobre Jonás, un personaje bíblico muy conocido. Él nos recordaba cómo Jonás había "huido" de la presencia de Jehová para no ir a Nínive a predicar un mensaje de destrucción por el pecado de las personas que ahí vivían. Los ninivitas se arrepintieron y Dios tuvo misericordia.

Pero Jonás se enojó...

1 Pero Jonás se apesadumbró en extremo, y se enojó.
    2 Y oró a Jehová y dijo: Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal.
    3 Ahora pues, oh Jehová, te ruego que me quites la vida; porque mejor me es la muerte que la vida.
    4 Y Jehová le dijo: ¿Haces tú bien en enojarte tanto?
    5 Y salió Jonás de la ciudad, y acampó hacia el oriente de la ciudad, y se hizo allí una enramada, y se sentó debajo de ella a la sombra, hasta ver qué acontecería en la ciudad.
    6 Y preparó Jehová Dios una calabacera, la cual creció sobre Jonás para que hiciese sombra sobre su cabeza, y le librase de su malestar; y Jonás se alegró grandemente por la calabacera.
    7 Pero al venir el alba del día siguiente, Dios preparó un gusano, el cual hirió la calabacera, y se secó.
    8 Y aconteció que al salir el sol, preparó Dios un recio viento solano, y el sol hirió a Jonás en la cabeza, y se desmayaba, y deseaba la muerte, diciendo: Mejor sería para mí la muerte que la vida.
    9 Entonces dijo Dios a Jonás: ¿Tanto te enojas por la calabacera? Y él respondió: Mucho me enojo, hasta la muerte.
    10 Y dijo Jehová: Tuviste tú lástima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la hiciste crecer; que en espacio de una noche nació, y en espacio de otra noche pereció.
    11 ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?



Dios decidió tener misericordia de los ninivitas a pesar de la actitud de Jonás.

La decisión de Dios tal vez no vaya con nuestra manera de pensar hoy en día porque ¡cómo desearíamos que esto terminara de una buena vez y que los hombres que irrumpen la paz en las calles simplemente dejaran de existir!

A pesar de las cosas malas tan pequeñas o tan grandes y horribles que suceden día con día y a pesar de nosotros; cuando el hombre se arrepiente, hay un Dios clemente y piadoso, tardo en enojarse, y de grande misericordia.

Dios puede restaurar nuestra nación, darle perdón y  tener misericordia como la tuvo con el pueblo de Nínive y de la misma manera  como restauró a sus habitantes; la clave está en la decisión de arrepentirse de manera geniuna.


¡HAY ESPERANZA!



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