lunes, 4 de octubre de 2010

Tía Cristy

No muchas personas pueden dejar huella en alguien más, mucho menos en una gran cantidad de personas. Casi siempre son los héroes históricos los que trascienden porque deciden iniciar algún movimiento que ayude a la sociedad a librar algún problema político o social. Pero, ¿cuántos héroes hay que se interesan por tu vida espiritual, trascienden en lo más íntimo de tu corazón y además no se jactan de hacerlo? ¿Cuántos héroes hay que hasta en sus momentos más difíciles te hacen sentir amado y además piden a Cristo que interceda por ti ante el Padre Celestial?
Mamá siempre me hablaba de ella, aunque yo nunca había tenido una plática directa, desde niña supe que era una persona ejemplar, pero más allá de ser ejemplo, era una mujer que amaba a Dios. Ahora puedo decir que desde que empecé a tener contacto directo con ella apenas este mes de marzo y hasta julio que fue la última vez que pudimos conversar, pude ver y palpar su amor por Dios y por las personas a su alrededor. A quien muchas personas le decimos de cariño "Tía Cristy".
Hace una semana, Dios decidió que Tía  Cristy fuera a deleitarse en Su presencia. Después de 15 años de lucha con una enfermedad y años de bendición y de crecimiento espiritual para ella y su familia, el Señor la llevó hasta donde Él, pues de esa magnitud fue Su estima por Su fiel sierva.
Al estar en la ceremonia de despedida a la cual su familia le llamó “La Cosecha”, hubo gente que pasó al frente para decir cómo Tía Cristy había tocado sus vidas, otras personas dejaron sus experiencias plasmadas en un pequeño papelito y otros desde un asiento agradecíamos al Señor por su vida y por lo que nos mostró a través de ella.
 Así que decidí compartir una experiencia personal que tuve con Tía Cristy, la cual tocó mi corazón para siempre. El pasado mes de julio, dos de mis hermanos y yo pasamos tres días en su casa. El primer día fui a tener una pequeña plática a su recámara y planeaba decirle solamente que seguía orando por su salud y quería darle las gracias por su ejemplo de valor y fortaleza aún en su situación tan dolorosa. La verdad es que no pude decir mucho, me miraba con ojos de tanto amor y terminé llorando, hincada enfrente de ella en su silla, sus manos puestas sobre mi cabeza pidiéndole a su Señor que bendijera mi vida y siempre guardara mi corazón. Y siguió orando por algunos minutos. Luego, lo único que yo pude decirle al Señor fue que estaba agradecida por la hermosa mujer que estaba enfrente de mí y le pedí por su salud. Los 15 minutos que pasé allí con ella orando, los hubiera querido repetir los otros dos días que estuve en su casa en esa semana pero no fue posible por su estado de salud. Sin embargo, gracias doy a Dios por ese día, porque en medio de esa recámara, justo allí, Dios la usó para tocar mi vida. Aunque no pude convivir con ella mucho tiempo, ni siquiera un año, Tía Cristy se ha convertido en una de las heroínas que han tocado espiritualmente mi vida. Las últimas palabras que me dijo antes de salir de su recámara siempre estarán en mi mente y corazón, “Hija, busca siempre la belleza interior, ésa es la que le agrada al Señor y la que se verá reflejada en el exterior. Él siempre guardará tu corazón y te ama profundamente”.
“Querido Dios, bendice y fortalece a la familia de Tía Cristy, abrázalos con tu amor. Gracias por su vida y por el tiempo que permitiste que estuviera en medio de nosotros mostrándonos Tu amor y algunas de Tus enseñanzas. Ayúdame a siempre tener mi vista puesta en Ti y a buscar la belleza interior que solamente se da a través del conocimiento de Tu Palabra. Dios, que ese reflejo de tu Hijo Jesús en un utensilio de barro, haga que las almas perdidas caigan rendidas a tus pies”.



“Estimada es a los ojos de Jehová
La muerte de sus santos”. Salmo 116:15

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